jueves, 5 de abril de 2012

Aventuras de Chavalote II


Segunda parte: La desaparición de Chavalote

         He dicho antes que toda la gente del barrio pensaba que Chavalote se había echado al campo. Bueno, como faltaban pocos días para el verano, ya era momento de recoger las aceitunas,  y esto evidentemente indicaba que era tiempo de ganarse unos centavos en los campos de almendros y oliva,  por eso todos supusieron que allá debía de estar Chavalote trabajando duramente de sol a sol para comprarse sus botellas de vino y remediar sus doscientos cincuenta tragos diarios. Agrego que se necesitaba haber preguntado a la vecina del entresuelo para poder saber realmente dónde estaba él debido a que ella fue la única y la última quien le ha visto antes de que se despareciese. A ésta se le llamaba Madame Dolores Fuertes Delabarriga, ése era el apodo que le puso Chavalote desde que se conocieron. Ya habrá ocasiones en que hablaré de eso.
         Gaulle afirmó que el origen histórico de la  locura de Chavalote pudo ser el alcoholismo excesivo que envenena el alma y genera agresividad, a lo que el místico Brokoleche respondió que no le cabía la menor duda de que su carácter ha tenido mucho que ver con su destino y el entorno social. Bastaba haber visto las miradas de temor y odio que le dirigían a Chavalote y se podría deducir por qué él reaccionaba como de costumbre con una conducta de maldad. En realidad nadie nace malo o monstruo, pero malvado se hace. No se podría sentenciar absolutamente el caso de Chavalote sin volver a ver lo que le tocó pasar en medio de ambos espacios tanto psicológico como sociológico de su vida.
         El tabernero había abierto la puerta con toda concha y les había dicho a sus clientes que podían sentarse en sus sillones sin problema alguno, que no estaba Chavalote, hubo risa general, todos se alegraron de eso, se tomaron sus copas, pero la verdad es que era tan misteriosa la desaparición de Chavalote. Hasta ahora se lo preguntan.

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